Carol VlassoffPersonalidades en Medio Nuestro

Lic. Gina Jiménez Artavia

Gina(in English)
Por Carol Vlassoff

Traducido por Rosa Arechederra

Imagine que usted tiene  26 años de edad, que es mujer y que  ha sido recientemente ascendida  al puesto de Gerente de Operaciones del Banco Promerica en Manuel Antonio. Está  a punto de tener su primera reunión con los ejecutivos de otras sucursales en San José. Ha llegado desde Quepos temprano en la mañana y entra en la habitación con su agenda y un bolígrafo. Hay que enfrentarse a un grupo de directivos, casi todos hombres de mediana edad con computadoras portátiles al hombre hablando por teléfonos celulares. Esa fue la introducción de Gina Jiménez a sus colegas profesionales en 2005.

Gina admite que se sintió un poco intimidada pero cuando el jefe planteó una pregunta  Gina miró a su alrededor, se da cuenta de que nadie va  a contestar, levanta la mano y da la  respuesta correcta. Eso, dice, le enseñó una lección importante – lo que usted sabe le llevará mucho más allá que  las meras posesiones. Ella dijo a sí misma: “Puede que no tenga computadora pero si sé la respuesta!”

Gina se crió con sus siete hermanos en la granja de su padre en Puriscal.  Recuerda con cariño su infancia en un entorno rural donde su principal preocupación era levantarse para ir a la escuela por las mañanas. Gina dice que de pequeña le gustaba el comercio, especialmente ayudando a su padre a  cultivar y vender productos tales como  plátanos, manzanas y guayabas. Cuando terminó la escuela secundaria, allá se mudó a San José  donde  trabajaba a tiempo completo y estudiaba por la noche.  “Tiempos difíciles”, comenta.

GinaGina dice que uno de sus sueños más grandes era viajar, y a la edad de 19 años se encontró viviendo en Nanaimo, Canadá, con una pareja joven y sus hijos. “La idea era que yo les enseñaba español y ellos me  enseñaban Inglés. Pero no funcionó de esa manera “, sonríe. “Después de seis meses en Nanaimo ellos no habían aprendido español y yo no había aprendido Inglés.” Renovó  su visa por seis meses más pero sabía que tendría que hacer un cambio si quería lograr su meta. Se enteró de un centro cultural que enseñaba inglés y prestaban ayuda  a los recién  llegados a la zona. Allí conoció a otros latinoamericanos y muchos aspectos de la vida canadiense además de  museos, restaurantes y centros comerciales. “Realmente aprendí mucho”, dice. “Fue una gran experiencia que me hizo crecer como persona y ver las cosas desde otros puntos de vista.”  Con el fin de renovar su visa tuvo que regresar a Costa Rica. “Volví con la firme intención de regresar a Canadá”, dice.

Sin embargo la vida dio un giro diferente.  De vuelta en Puriscal, su padre tuvo un derrame cerebral y Gina se dio cuenta de que estando en Nanaimo sería  demasiado difícil volver a Costa Rica rápidamente si la salud de su padre empeoraba.  Había otra razón también.  En Quepos, donde encontró un trabajo con Bluefin Sportfishing, conoció a su futuro esposo, Luis Aguilar,  y se casó con él.

Gina se quedó con Bluefin durante cuatro años y medio trabajando y estudiando a tiempo parcial. “Ellos (de Bluefin) me abrieron las puertas”, dice.  Por medio  de ellos conoció muchas personas y mejoró su Inglés.  Conoció a una gente  que la invitaron a visitarlos en Texas, donde  pasó dos semanas visitando diferentes lugares – San Antonio, El Álamo,  Austin. Se maravillaba de las porciones tan grandes de comida que servían  en Texas. “Gané cuatro kilos!”, recuerda.  Asimismo  visitó el Canal de Panamá y otros lugares de Panamá. Durante todo este tiempo ella seguía con las  clases en Administración de  negocios y recibió su B.A. en la Universidad Florencia del Castillo, en Cartago.

En 2004, se incorporó al Banco Promerica como cajera. Se le dio la oportunidad de practicar lo que ella había estudiado, pero confiesa que lo que más le atraía eran los uniformes. “Pensé que eran tan elegantes!”, dice. Gina pasó de ser cajear a Gerente de Operaciones en 2005 y en 2006 fue ascendida  a gerente del banco. “Yo no me lo esperaba, y cuando me llamaron para ofrecerme el trabajo  estaba realmente abrumada por la confianza que habían depositado en mí”, dice. “Mi trabajo me da la oportunidad de crecer, por eso es muy satisfactorio”.

Gina se enfrenta a muchos desafíos como una mujer joven en un puesto de mucha responsabilidad. Pero ella se centra en los aspectos positivos de su trabajo, incluyendo el apoyo de sus colegas y las muchas personas que conoce. Lo que le ha servido a su favor  es el hablar Inglés, algo que la distingue de otros directores de sucursales de Promerica que a veces la llaman para ayudarlos con los clientes que solo hablan inglés.  Todos los años cada sucursal tiene una meta para captación de marchamos recibidos el pago durante el periodo de Diciembre a 15 de Enero.  En el año 2010 la sucursal de Quepos obtuvo el primer premio como la mejor sucursal en captación de Marchamo a nivel de las 14 sucursales que participan, y en este año 2011 fue la única sucursal que logro la meta.  Gina también se siente satisfecha con el crecimiento de la cartera del Banco y de la clientela en los últimos años desde que se ha desempeñado como Gerente. Ella sonríe y dice: “En cierta forma me encuentro haciendo lo mismo que hacia cuando era niña sólo que con diferentes productos y clientes.”

Gina  siente que los extranjeros  han beneficiado a la zona de Manuel Antonio a través del turismo y las inversiones. Sin embargo, dice, muchas personas se oponen a lo que perciben como una burocracia innecesaria y al cuestionamiento por parte del banco.  Mientras  se adhieren a los requisitos legales del sistema fiscal de Costa Rica y tratando de no ofenderlos  puede ser todo un desafío, señala.

Hace dos años, Gina y Luis Mauricio tuvieron su primer hijo, Fabricio. “Yo tengo la bendición de ser madre”, dice Gina. “Es un cambio de 360 grados en mi vida, pero vale la pena. Una pequeña persona que espera a mi regreso del trabajo, que depende de su papá y mamá, y verlo crecer en todos los sentidos, día a día, es un don de Dios.”  Ella dice que mantener el ritmo de “esta pequeña caja de sorpresas” es un desafío porque no hay un manual o programa de a universidad. “Creo que voy a estar mejor con mi segundo hijo”, sonríe.

Gina dice que está agradecida a sus padres por enseñarle a creer en sí misma, en seguir  siempre hacia adelante independientemente de las dificultades. Dice que sus padres tuvieron  poca educación, de hecho, su madre nunca fue a la escuela y su padre solo estudió hasta tercer grado de la educación básica sin embargo los dos creían firmemente en la educación de sus hijos a pesar de los numerosos obstáculos que tuvieron que enfrentar. Ahora su padre aunque en parte paralizado  sigue trabajando, cosecha el arroz,  papas y frijoles.

“Aprendí de él que hay  que luchar para lograr las metas. Todo el mundo tiene la capacidad y todo es posible con esfuerzo y dedicación. “